El aprendizaje es un proceso por medio del cual adquirimos nuevas habilidades, conocimientos, conductas, destrezas y valores como resultado de la experiencia, la observación, la guía o el estudio.
Durante este proceso se adquieren conocimientos necesarios para cubrir las necesidades personales; al ser capaz de relacionar elementos, conceptos o situaciones nuevas e integrarlas (para aplicar en el día a día) obtenemos un aprendizaje significativo.
Un problema del aprendizaje aparece cuando la persona tiene dificultades para aprender o fallas al utilizar alguna habilidad específica requerida para resolver una situación (como puede ser atender, memorizar, planear, analizar, elaborar un juicio, elaborar una hipótesis, sintetizar información, jerarquizar acciones, comparar elementos, por mencionar algunas habilidades).
Sin importar el nivel inteligencia, cuando hay un problema de aprendizaje, el alumno presenta fallas en alguna de las fases del acto mental: entrada, procesamiento o salida. Lo cual implica que el captar la información, elaborarla y dar respuesta o ejecutar, presentan una calidad baja (esto puede darse en una fase o en varias).
En el contexto escolar (escenario ideal para la detección de dichas fallas) es básico que los docentes detecten señales de alerta para canalizar de manera oportuna al alumno que requiera una evaluación o tratamiento y así optimizar sus niveles de aprendizaje y desempeño en los diferentes contextos.
La observación detallada del docente será un punto clave en la detección de fallas o problemas en el aprendizaje; algunas señales pasan desapercibidas, por ejemplo: el alumno que constantemente olvida material, tareas, acciones, instrucciones, etc. También podemos encontrar al alumno que pide que se le repita la indicación o la explicación; estas situaciones pueden darse de manera esporádica, pero en el caso de que aparecieran de manera constante podríamos hablar de fallas en el aprendizaje.
Algunas actitudes que pueden observarse y dar sospecha de dificultades en el aprendizaje son:
- Fallas en el entendimiento y seguimiento de instrucciones.
- Dificultad para recordar lo que se acaba de decir o explicar.
- Deficiencia en el dominio de destrezas básicas para aprender (lectura de comprensión, copia de textos, síntesis y análisis de textos, resolución de problemas matemáticos, planeación de proyectos, elaboración de un texto, por mencionar algunas).
- Facilidad para perder o extraviar cosas.
- Fallas en la comprensión de conceptos abstractos o de diálogos que contienen información nueva.
- Problemas para retener información a largo plazo.
- Para mantener la atención de manera sostenida.
- Pobre organización al expresarse oralmente o de manera escrita.
- Deficiencia en el razonamiento de ideas complejas o abstractas.
- Dificultad para expresar verbalmente lo que se ha entendido.
Los puntos mencionados pueden aparecer aislados y de manera temporal -en ese caso- no es de preocuparse, sin embargo, si varios de estos puntos aparecen de manera frecuente estarían dando señales de un posible problema de aprendizaje.
En las aulas, actualmente también observamos chicos con falta de hábitos cognitivos, con esto me refiero a que cuentan con habilidades para aprender, pero al no tener práctica, rutinas y orden, se encuentran en una situación en la que su rendimiento cognitivo no se eleva e incluso dan resultados variables o pobres por la falta de práctica de habilidades de pensamiento.
¿Qué diferencia habrá en la vida de un chico al detectar su problema de aprendizaje de manera oportuna?
Una intervención temprana y apropiada promoverá una mejor adaptación, desarrollo y disminución de dificultades al adquirir información nueva, procesarla y utilizarla.
Si el medio escolar tiene más sensibilidad ante las necesidades de los alumnos con problemas de aprendizaje, aumenta la probabilidad de que el alumno sea canalizado y tratado, lo que en un futuro podrá darle medios para avanzar, seguir un camino hacia el éxito y la realización personal.