Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad ¿Qué es y Cómo Apoyar Desde el Aula?

Publicado por Valeria Corona el 18 septiembre, 2018
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El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno de origen neurobiológico, que se inicia en la edad infantil, y que afecta entre un 3-7% de los niños en edad escolar. Se caracteriza por un nivel de impulsividad, actividad y atención no adecuados a la edad de desarrollo. Muchos niños y adolescentes con TDAH tienen dificultades para regular su comportamiento y ajustarse a las normas esperadas para su edad y, como consecuencia, presentan dificultades de adaptación en su entorno familiar, escolar y en las relaciones con sus iguales. A menudo rinden por debajo de sus capacidades y pueden presentar trastornos emocionales y del comportamiento.

Los datos o conductas que se toman en cuenta para valorar un TDAH deberán ser observados partiendo desde el punto de vista funcional, es decir; si se presentan  conductas que no son funcionales en más de un ambiente de desarrollo del niño (escuela, casa, contexto social) habrá que considerar el buscar el diagnóstico de un especialista. Los síntomas principales son: la inatención, la hiperactividad e impulsividad, y los frecuentemente trastornos que presentan comorbilidad; es decir, que están asociados con el TDAH.

Hiperactividad: Se manifiesta por un exceso de movimiento, actividad motriz y/o cognitiva, en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo. Estos niños muestran una actividad motriz elevada en diferentes ámbitos. Tienen grandes dificultades para permanecer quietos cuando las situaciones lo requieren, tanto en contextos estructurados (el aula o la mesa a la hora de la comida), como en aquellos no estructurados (la hora del patio). El momento evolutivo influye significativamente en la manifestación de la hiperactividad. Los niños preescolares tienen una hipercinesia generalizada menos dependiente del entorno. En la edad escolar, puede suceder que la conducta hiperactiva del niño se limite a algunas situaciones, especialmente cuando éstas están poco estructuradas. Hablan en exceso y producen demasiado ruido durante actividades tranquilas. La hiperactividad en adolescentes suele ser menos evidente, predominando una sensación interna de inquietud, tratando de hacer varias cosas a la vez y pasando de una actividad a otra sin finalizar ninguna.

Inatención: Hace referencia a las dificultades para mantener la atención durante un período de tiempo, tanto en tareas académicas y familiares, como sociales. A los niños les resulta difícil priorizar las tareas, persistir hasta finalizarlas y evitan actividades que suponen un esfuerzo mental sostenido. Tienden a ir cambiando de tareas sin llegar a terminar ninguna. A menudo parecen no escuchar. No siguen órdenes ni instrucciones y tienen dificultades para organizar tareas y actividades con tendencia a los olvidos y pérdidas frecuentes. Suelen distraerse con facilidad ante estímulos irrelevantes. En situaciones sociales, la inatención suele manifestarse por cambios frecuentes de conversación, con dificultades para seguir las normas o detalles en actividades y/o juegos. A nivel evolutivo, la inatención suele aparecer más frecuentemente durante la etapa escolar, cuando se requiere de una actividad cognitiva más compleja, y persiste significativamente durante la adolescencia y la edad adulta.

Impulsividad: Se manifiesta por impaciencia, dificultad para aplazar respuestas y para esperar el turno, interrumpiendo con frecuencia a los demás. A menudo los niños dan respuestas precipitadas antes de que se hayan completado las preguntas, dejándose llevar por la respuesta prepotente (espontánea y dominante). Durante los primeros años, la impulsividad hace que el niño parezca “estar controlado por los estímulos”, de forma que tiene tendencia a tocarlo todo. En la edad escolar, interrumpen constantemente a los otros y tienen dificultades para esperar su turno. La impulsividad en la adolescencia conlleva un mayor conflicto con los adultos y una tendencia a tener más conductas de riesgo (abuso de tóxicos, actividad sexual precoz y accidentes de tráfico).

Los niños con TDAH suelen presentar falta de organización, dificultades para identificar las partes importantes o relevantes, dificultad para aplicar conocimientos previos, falta de una secuencia lógica para resolverlo y/o cálculos descuidados e imprecisos. A continuación se sugieren una serie de estrategias a utilizar en el aula, (se pueden modificar de acuerdo al contenido que se quiera revisar).

Estrategias de apoyo en el aula:

  1. Análisis y memoria: Realizar juegos de manera individual o grupal en donde se requiera leer y retener; favoreciendo las habilidades de análisis y memoria, ejemplo: Leer palabras con grupos consonánticos, después visualizarlas de manera mental y representarlas por escrito, sobre la mesa, con pintura, arena, etc.
  2. Observar y desglosar la indicación: Ante cualquier indicación escrita, rodear con un círculo las palabras que indiquen que se realice cierta acción, ejemplo: “Observa las imágenes de la derecha, únelas con la palabra que corresponde y tacha las que sobren”.
  3. Paro, pienso y reflexiono: Antes de ejecutar cualquier acción, se pueden establecer, con una tarjeta llamativa, una serie de pasos que ayuden a la organización del niño: 1. Paro, 2. Observo, 3.Planeo, 4. Continúo, 5. Reviso. Es importante trabajar con el niño previamente en el análisis y significado de cada uno de los pasos.
  4. “Acuse de recibo” de instrucciones: Siempre asegurarnos de establecer contacto visual o proximidad con el alumno durante el momento de indicar que es lo que se tiene que hacer, pidiendo repetir la instrucción para asegurarnos de que la comprendió.
  5. Planeación: Realizar planeación de actividades de manera que se lleven a cabo las tres fases del acto mental; entrada (escuchar con atención las instrucciones) procesamiento (repetirlas) y salida (ejecutarlas en el orden adecuado).
  6. Evitar la sobreprotección cognitiva: Dar respuestas o hacer las cosas por ellos, ante las diferentes acciones y retos que se presenten día con día.
  7. Frenar la impulsividad: Invitar a los alumnos a analizar y reflexionar sobre las posibles respuestas antes de responder de manera inmediata o impulsiva. Es posible hacer un ejercicio previo en dónde se analicen junto con ellos diferentes respuestas que podrían funcionar ante cierto problema.
  8. El ambiente adecuado: Un ambiente estructurado, con rutinas claras, y motivador, ayudará a que el comportamiento de un alumno con TDAH sea el adecuado. El maestro será el modelo mostrando una actitud paciente, tolerante y flexible, siempre teniendo en cuenta las características del alumno con TDAH.
  9. Promover autorregulación: Dar un si por cada no explicando que acciones es posible realizar y cuáles no, ejemplo: “Si camino, no corro”, cuando el piso está mojado. Es importante recordar que los niños con TDAH tienden a no comprender que puede pasar en caso de saltarse normas, es importante repasar previamente las posibles consecuencias y riesgos a ciertas acciones.
  10. Utilizar felicitación específica: Elogiar de forma específica las acciones realizadas de manera adecuada; de esta forma el niño podrá identificar qué es lo que hace bien y replicarlo. Ejemplo: “Veo que tu trabajo está limpio y ordenado, te felicito”.

El acompañamiento guiado del maestro, hará la diferencia en la experiencia que pueda tener el niño en el contexto escolar; es responsabilidad de los guías informarse y capacitarse de la mayor forma posible para realizar una intervención adecuada acorde a las necesidades del alumno.

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” – Nelson Mandela

Bibliografía:
Guía de práctica clínica sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes. Tomado el 13 de Agosto del 2018 de: http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_477_TDAH_AIAQS_compl.pdf

Pujol M et al. Guía práctica para educadores. El alumno con TDAH. Tomado el 13 de Agosto del 2018 de:

http://www.fundacionadana.org/wp-content/uploads/2016/12/libro_alumno_tdah_11_indd_1.pdf

Por SIETE Olmedo